LEYENDAS y tradiciones.
Mencionaremos algunos de los mitos y
leyendas representativas de la literatura oral remediana y comentaremos sobre
las más conocidas popularmente y que se mantienen vivas de generación en
generación.
La
aparición de la Virgen del Buenviaje.
La
gritona del Seborucal.
El
güije de la Bajada.
La
bruja del San Salvador.
La
gritona de la calle de La Mar.
La
cabeza de Patricio, el baúl de Trina y el sapo de Jinaguayabo.
La
rondona
La
loma del Perro.
La leyenda del Palomar.
La
Iglesia del Santo Cristo.
Los
misterios del Doctor Jorrin.
La cabeza de
Patricio.
Nos narra la tradición, que Patricio fue
un negro esclavo que recibió su carta de libertad por su amo después de viajar
a La Habana, enviado por el mismo para combatir a los ingleses durante la
ocupación de 1762, permitiéndosele dedicarse a su oficio de zapatero remendón.
Se cuenta que entre los rasgos somáticos
del negro era muy característica su cabeza de gran tamaño y cubierta de
abundante pelo ensortijado (pasas), la cual al quitarse el sombrero asemejaba
una descomunal esponja.
Notaron los remedianos algo muy singular
relacionado con la zona sur, lugar donde vivía el mencionado zapatero y era que
siempre que se nublaba hacia dicha zona el agua era segura aunque estuviera
despejado por los demás puntos cardinales y viceversa, dando origen a que el
pueblo pronosticara la lluvia con bastante exactitud, dirigiendo solamente una
mirada hacia “la cabeza de Patricio”.
De generación en generación se ha
heredado esta costumbre y no resulta extraño escuchar a los vecinos de la
localidad cuando ven el cielo nublado exclamar: ¡Agua segura! Miren como está
la cabeza de Patricio.
LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DEL BUENVIAJE.
Cuenta la tradición oral que allá por
los comienzos del siglo XVII, por 1600, en un día lluvioso de octubre, cerca al
día 4 de ese mes, día de San Francisco de Asís en el Santoral católico, tres
pescadores remedianos salieron a pescar en la bahía de Tesico, que fue puerto
hasta 1832 y luego trasladado a
Caibarien.
Mar afuera fueron sorprendidos por
ráfagas, lluvias y olas inmensas, por lo que decidieron regresar. En esto
estaban cuando divisaron entre el oleaje una caja de madera como de metro y
medio de largo, lo que llamó su atención y a pesar de la urgencia por regresar
decidieron recogerla.
Con esfuerzo y peligro de hundirse,
lograron ponerla en el interior del bote y cuál no sería su sorpresa al
abrirla, y a que en su interior encontraron una bellísima imagen de la Virgen
María tallada en madera.
Olvidando el peligro en que se
encontraban, rezaron con devoción un Avemaría y el más viejo exclamo: “¡Buenviaje
hemos hecho, buen viaje!” y los demás lo repetían.
La revisaron minuciosamente para ver si
traía algún rótulo o letrero que dijera su advocación, pero sólo detrás del
cuello había uno que especificaba la procedencia: Barcelona. España.
De regreso intentaban ponerse de acuerdo
en relación con el nombre que le darían y el que fungía como patrón propuso el
de Buenviaje y los demás al unísono contestaron: “¡Así la llamaremos!”.
Ya en la costa de Tesico, muy de noche,
consiguieron de un carbonero un mulo prestado para trasladar la preciosa carga
hacia Remedios. Lo hicieron por el camino de “La Mar”, hoy calle Jesús Crespo y
al llegar en un enmaniguado y frondoso guayabal que crecía muy cerca del centro
del pueblo, donde habitada en una humilde choza de yaguas y guano un negro
lucumí, anciano y paralitico, muy devoto de la virgen y cumplidor de los
preceptos de la iglesia, el mulo se echó en el suelo y no quiso continuar la
marcha a pesar de los golpes propinados por los pescadores.
Debido a esto decidieron dejar la carga
en la choza del anciano y regresar al siguiente día para dar cuenta al cura y
que el mismo procediera a realizar los trámites de rigor y mandar a trasladar
la imagen a la parroquia.
Como continuaba el mal tiempo, los
marinos demoraron en sus casas varios días, mientras, por su parte, el viejito
lucumí abrió la caja y al ver la figura tan bella, mandó a colocarla sobre una
mesa donde formó una especie de altar con flores y velas. No dio cuenta al cura
ni a las autoridades, pero sí a sus vecinos y amigos para entre todos rendirle
tributo.
Pasado el temporal, los pescadores se
dirigieron a la iglesia, pensando encontrar la imagen aparecida. Considerándose
chasqueados decidieron dar cuenta ellos mismos al Párroco y al Alcalde, quienes
decidieron, tras visitar la morada del negro, llevar la imagen hacia la
iglesia. El traslado se realizó en lucida y solemne procesión por todos los
habitantes de la comarca.
Luego de colocada la virgen del
Buenviaje en su nueva ubicación se cantó un Salve, se habló sobre la gracia
concedida por María a sus devotos remedianos, se retiraron todos.
A la mañana siguiente, para general
estupor, la virgen no estaba donde la situaron ¡había desaparecido! La noticia
corrió por el pueblo, todos querían conocer los detalles; en eso un emisario
del negro anciano comunicó a gritos: “¡Oh prodigio! ¡La virgen está de nuevo en
casa del viejo!”.
Todos quedaron atónitos. El sacristán
explicó haber dejado bien cerradas las puertas y pasada la primera impresión
decidieron traer de nuevo la imagen a su altar. Por tres veces consecutivas la
llevaron del rancho hacia la iglesia y siempre aparecía en la choza hasta que
muchos llegaron a pensar que la virgen prefería estar en aquel lugar y que se
le debía edificar un templo allí, cerca del riachuelo que corría hacia la calle
“La Mar” desde la plaza y de una frondosa mata de limón que crecía en medio del
guayabal. Por esto es que Remedios presenta la particularidad de contar en su
plaza central con dos iglesias católicas, una frente a la otra: La Parroquial
Mayor y la dedicada a Nuestra Señora del Buenviaje.
Los remedianos han profesado tanto
fervor por la virgen que en los archivos de la Parroquial Mayor encontramos una
gran cantidad de personas de ambos sexos llamados Buenviaje (Juan del Buenviaje,
Buenviaje Valdés…) Esta devoción llegó al grupo de familias que se habían
trasladado en el siglo XVII al hato de Antón Días, fundado el 15 de julio de
1689(hoy ciudad de Santa Clara) y allí le levantaron un templo situado en la
esquina formada por las calles Unión y Buenviaje de esa localidad.
Debemos destacar que éste no es un caso
único en Cuba, pues en el propio siglo XVII, algunos años después de la
aparición de la imagen de Remedios, ocurrió un hecho similar en la bahía de
Nipe, donde también fue rescatada del mar una imagen a la cual se le dio como
advocación la de “Nuestra Señora de la Caridad y Remedios”, se le erigió un
santuario en el lugar conocido por “El Cobre” o Santiago del Prado y fue
declarada “Patrona de Cuba” por el Papa Benedicto XV el 10 de mayo de 1916.
LA GRITONA DEL SEBORUCAL.
Allá por el siglo XVII, época en que
Remedios era asolada por ataques de corsarios y piratas, vivía aquí una hermosa
joven de belleza singular: alta, esbelta, ojos negros grandes, tez muy blanca y
una cabellera espesa y negra que caía hasta sus diminutos pies.
Según la leyenda, la muchacha conservaba
sus encantos bajo un auto impuesto “voto de castidad” dedicado a la memoria de
un mozo español del cual iba a ser esposa, pero se piensa que murió durante un
viaje a Tierra Firme. La joven era querida y respetada por todos por su dulzura
y bondad. Quiso la fatalidad que en el año 1658 viniera a estas tierras con fines
de saqueo el terrible pirata francés Francisco Ñau, “El Olonés”. En el momento
en que saqueaban la Villa la joven trató de escapar a toda prisa pero cayó de
bruces ante el mismísimo cabecilla de los piratas quien al observar a la bella
muchacha quedó prendado y decidió llevarla consigo y hacerla su amante. La
muchacha se defendió con todas sus fuerzas y el capitán al no conseguir su
objetivo, ante tan valiente remediana, arrebató violento un hacha muy afilada a
unos de los suyos y precipitándose sobre la muchacha, le cortó la cabeza.
Se cuenta que el cuerpo de la víctima
continuó avanzando rápidamente con la cabeza ensangrentada en las manos
tratando de situarla en su sitio y tener la fuerza necesaria para desplazarse,
seguida por el homicida y secuaces, no pudiéndole dar alcance, y la propia
leyenda se encargó de impedir que muriera, ya que ella misma logró colocarse la
cabeza y continuar hasta una furnia, especie de poza profunda situada en la
zona del Seborucal, no lejos de Remedios.
La rica imaginación popular le concedió
el don de abandonar su refugio cuatro veces al año: primer viernes de enero,
viernes de Dolores, viernes Santo y el viernes anterior a la natividad de
Cristo, y que durante más de dos siglos la joven estuvo vagando por la Villa partir
de la doce de la noche de los mencionados viernes. Cuentan que salía con la
cabeza en las manos, rondando al poblado. En algunas esquinas se colocaba la
cabeza en su lugar, extendía los largos cabellos y comenzaba a emitir fuertes y
cavernosos alaridos que al oírlos, los
enfermos se agravaban o morían, las embarazadas abortaban o parián jimaguas,
los pequeños no conciliaban el sueño. Hay quien asegura que el torso
ensangrentado empezaba a crecer hasta sobresalir por encima de los edificios
del pueblo y por todas partes, en cada uno de los hogares remedianos se oía
esta expresión de temor! Dios nos asista, ahí viene la Gritona del Seborucal!
LA
LEYENDA DEL PALOMAR.
A mediados del siglo XIX, hacia 1859, un
francés llamado Augusto Fisne Miranda, hizo construir en Remedios, en la
esquina formada por los callejones de La Habana y Nuevo, hoy Calixto García y
Juan Pedro Carbó una casona de dos plantas con elementos propios de la
arquitectura militar, con aspilleras para combatir y torreón de vigilancia. Mesié
Fisne era de rica familia y vino de Haití huyendo de una rebelión de negros
esclavos (1791) y veía en su casona una forma de defensa por si aquí ocurría
algo igual.
La imaginación popular lo convirtió en
un hombre inmensamente rico, buen mozo, elegante y romántico. Amaba
apasionadamente a una hermosa y culta joven de la aristocracia remediana con la
que contrajo matrimonio.
La muchacha tocaba el piano con mucha
destreza. Pasaban largos ratos donde todo era amor y ternura. Contaban con
esclavos y sirvientes encargados de los quehaceres. Dicen que una mañana dejó
de escucharse la música del piano y nadie volvió a saber nada de la romántica
pareja, hasta que alguien dedujo y dio como hecho probado, una fulminante enfermedad de la muchacha, siendo
sepultada por los esclavos en el patio de la casona. El marido entró en un
delirio que se convirtió en locura crónica, siempre junto a la tumba de la
amada, sin ingerir alimentos ni dormir, lo que lo llevó a la muerte y fue
enterrado junto a su mujer.
Ninguna otra familia osó habitar en
aquel lugar por temor a que estuviera embrujado, pero cierto día los vecinos empezaron a notar cómo todas las mañanas y a la hora del crepúsculo, aparecían
en lo alto del torreón dos palomas que se arrullaban amorosamente, creyendo
también escuchar melodías brotadas de un piano, lo que corrió entre la
población y dio lugar a que bautizaran
la casona con el nombre del “Palomar”, nido de amor del desaparecido
matrimonio cuyas almas regresaban al hogar convertidas en una pareja de palomas
blancas.
Los remedianos han desbordado su
imaginación tejiendo fábulas acerca de la casona, sobre tesoros enterrados,
esclavos fantasmas, hechiceros de magia negra y almas en pena.
El güije de la
Bajada.
Alrededor de la festividad de San Juan Bautista
(24 de junio) se ha tejido una leyenda que ha llegado hasta nuestros días con
toda su sencillez y frescura, que trata de un personaje demoníaco
denominado “el Güije de la Bajada”: muy
feo, cabezón, sumamente peludo, con grandes ojos saltones, orejas puntiagudas,
de unas seis cuartas de estatura, de fuerza descomunal y agilidad extremas, que
habitaba en una poza oscura y profunda en el rio Camaco, en la zona conocida
como la Bajada. Este realizaba incursiones nocturnas para proveerse de
alimentos, arrasando sembrados, sacrificando animales y robando todo,
convirtiéndose en el terror de las familias que no podían cazarlo.
Se cuenta que cierto día registrando en
los archivos de la desaparecida iglesia del Santo Cristo, encontraron la
verdadera historia del güije, quien parece haber sido unos de los demonios que
pretendieron atacar a Remedios en el siglo XVII, al cual le agradó el lugar y
se quedó. Para capturarlo era preciso reunir a siete juanes “primerizos”, que
juntos fuesen a la Bajada en la noche del 23 de junio, víspera de San Juan y
esperar hasta las 4 de la madrugada para apoderarse del molesto diablejo.
Cierta noche del 23 de junio de 18..,
lograron reunir a siete juanes y se dirigieron a la captura del güije. Se
pusieron a esperar con impaciencia a que llegaran las cuatro de la madrugada.
De pronto vieron cómo el agua de la poza se revolvía y emergió al exterior un
bulto negro que se dirigió a saltos hacia una cerca de piedra. Los juanes se
lanzaron sobre él y lo condujeron a la Villa, adonde arribaron con el alba, con
el reo fuertemente atado a la carreta. Los vecinos todos querían observar al
prisionero que era conducido a la iglesia del Cristo, ya frente a la misma casi
finalizada la misa, el güije se asustó por el tumulto, al ver el crucifijo y
escuchar las palabras finales dichas por el oficiante emitió un espeluznante
chillido, rompió de un tirón las ligaduras y huyó despavorido logrando llegar
hasta el rio y sumergirse en sus aguas de donde se dice, no ha vuelto a salir
jamás.
Se dice también que en la poza habita
una “madre de agua”, especie de majá gigante que hace posible la presencia
abundante de agua en la zona.
TRADICIONES.
Las “ Flores de
Mayo.”
Para conocer el fenómeno de las Flores
de mayo en Remedios, demos un pequeño recorrido histórico. Las Flores de mayo
son una manifestación de la religiosidad popular que se celebra en diferentes
partes del mundo. Sus nombres son variados, el oficial que le da la iglesia es:
“Mes de María”, en Cuba: Flores de mayo, en México: Ofrecimiento de flores, en
Burgos, España: Con flores a María.
Para entender el proceso histórico de
las Flores de mayo, es fundamental conocer una diosa de la mitología romana
nombrada “Flora”, Diosa de las flores, los jardines y la primavera. Sus fiestas
la llamaban la “Floralía”, que iniciaba el 28 de abril y concluía el 3 de mayo,
con bailes, bebidas, juegos, cacería de animales, poetas, músicos y artistas.
Del año 238 a.d.C., hasta el año 1284
a.d.C. con el Rey Alfonso X El Sabio, pasarían 1522 años para que se comenzara
a cristianizar la fiesta de la mitología romana. Él es el primero que asoció el
mes de mayo con la Virgen María, por lo que podemos afirmar con certeza, que el
“mes de María” da sus primeros pasos en la Edad Media. Así se ven
manifestaciones en España, Francia, Italia, Alemania…
Ya en el siglo XVII comienza el
movimiento mariano moderno. En la mitad del siglo XIX quedó establecido el mes
de María en una parte de Europa y América. Veinte y nueve años más tarde
aparecerán las Flores de Mayo en San Juan de los Remedios, Cuba, que se dan en
un ambiente profundamente religioso. La presencia del coro era fundamental, a
esto se hacía alusión en la prensa remediana del siglo XIX.
Cualquiera que sea el nombre dado a esta
festividad: “Mes de María”, “Flores de mayo”, “El mes de las flores”, “Solemne
fiesta”, el que ha permanecido a través de la historia en Remedios y otros
lugares de Cuba son las “Flores de mayo”.
La asistencia se fue incrementando año
tras año. El altar lo adornaban con cuatro ramos de flores. Las columnas de la
nave principal se engalanaban con colgaduras azules. En la parte superior de la
escalinata se encontraba la imagen de María bajo un rico pabellón de seda azul
cubierto de estrellas. Así se veneraba a la Inmaculada en la Parroquial Mayor
con salve a las 6:30 de la tarde y después de los repiques el rezo del Santo
Rosario. El domingo se celebraba la Eucaristía a las 8:00 de la mañana y a las
5:30 de la tarde la procesión a la que concurrían todas las asociaciones
vestidas de blanco con sus insignias, velas y ramitos de flores. Dos bandas de
música acompañaban la procesión.
Hasta el año 1904 las Flores de mayo no
tuvieron ninguna novedad en Remedios. Poco a poco se fueron extendiendo a
Placetas, Caibarien…
Las Flores de mayo a lo largo de 130
años de práctica religiosa, han marcado una manera de ser propia de los
remedianos. Cuando se acerca el mes de mayo, los niños y niñas de diferentes
lugares de Remedios se congregan de manera natural a ofrecerle flores a la
Virgen del Buenviaje. Es una fiesta que se prolonga un mes, en la cual se
baila, se canta, se ora y reza.
Remedios, lugar de tradiciones y
leyendas invita a ver esa fiesta cultural religiosa.
Las Ferias de San
Juan.
Muchos pueblos en Cuba conservan la
tradición española de celebrar las llamadas “fiestas patronales” y en Remedios
es costumbre, desde tiempos remotos, realizar las llamadas “Ferias de San Juan”
en honor al Patrono de la ciudad, San Juan Bautista, los días 23 y 24 de junio,
fecha esta última de su conmemoración “oficial” en el Santoral Católico. Estas
actividades de origen religioso fueron muy pronto asimiladas por la población
local que les confirió un carácter profano, y tenemos noticias, recogidas por
cronistas de la época, de que ya en Remedios se celebraban esos jolgorios en el
año 1722, cuando las autoridades hispanas informaban que en la Isla no se
efectuaban festejos populares, por lo que podemos considerarlas entre las más
antiguas festividades populares cubanas.
Las “Ferias de San Juan” en nuestra
antigua villa se caracterizan desde tiempo inmemorial por la quema de fogatas,
luminarias, bailes con orquestas de vihuelas, carreras de caballos, juegos de
“la sortija” y otras diversiones, donde no podían faltar las “mesitas de
frituras”, para el expendio del sabroso ajiaco, el escabeche, el “caldo
lucumí”, especie de sopón bien condimentado cuya sustancia principal lo
constituía una cabeza de cerdo; dulces y, entre otras ofertas, el siempre
estimulante “ponche de la parroquia”, bebida esta aderezada con: hojas de caña
santa, un toque de anís, cogollitos de hojas del naranjo y otros “yerbajos”
hervidos con leche de cabra azucarada, a lo que se le agrega alcohol “al gusto”
y puede beberse frío o caliente, de acuerdo a los intereses del consumidor.
Estos productos se vendían regularmente
en mesitas portátiles llamadas “de tijeras” improvisadas en los alrededores de
la antigua “Plaza de la Reina Isabel II”, hoy “José Martí”, desde el día 23 al
atardecer. A las doce de la noche se escenificaba la captura del “güije” y se
quemaban las fogatas, costumbre que se mantiene en la actualidad, y los bailes
se extendían hasta la madrugada del 24. Tenemos noticias de que en el siglo XIX
hasta a los esclavos se les autorizaba a realizar actividades recreativas y en
las crónicas se cuenta que realizaban una “procesión” por los alrededores de la
“Plaza de la Reina Isabel II” los “diablillos negros con trajes de colores y
campanillas, armando una tremenda algarabía”.
Hoy las fiestas de San Juan forman parte
de un proyecto cultural del Sectorial Mpal. de Cultura, en que están implicadas
todas las instituciones culturales como Casa de Cultura “Agustín Jiménez
Crespo”, los tres museos de la ciudad, la Biblioteca Mpal., la Banda Mpal. de
Conciertos, la Librería, el Teatro y la Galería de Arte.
Se comienzan las fiestas el día 23 a las
5:30 am. con el toque de la Diana mambisa y se continúa una serie de
actividades como Cabildo Teatral, programa de la radio Base, feria del libro,
simposios, conversatorios, exposiciones de pintura, peñas campesinas,
conciertos, captura del güije (11 pm.) y bailables.
El día 24 se continúan algunas de estas,
más la inauguración de obras sociales, la ceremonia de la siembra del níspero,
la exposición de arte popular, la Asamblea Solemne del Poder Popular,
conciertos, juegos tradicionales, tarde de la rumba y bailables populares.
La cultura comunitaria forma parte de
estas fiestas. Es la incorporación de los poblados (Zulueta, Carrillo,
Buenavista) y presentan: muestras de dulces (con competencias), de vinos,
artesanía, actividades infantiles, muestra de platos y comidas típicas,
exposición de plantas ornamentales. En la plataforma central presentan
decimistas, repentistas, artistas aficionados, pregoneros, y muestra canina y
colombófila.
De esta forma vemos cómo estas fiestas
se han enriquecido no sólo por la calidad o cantidad de actividades, sino
también por la participación popular. Una fiesta de carácter religioso, hoy es
más de carácter popular.
LAS PARRANDAS
REMEDIANAS.
La ciudad de San Juan de los Remedios,
situada al norte de la provincia de Villa Clara, es una de las primeras
poblaciones fundadas en Cuba por los colonizadores hispanos durante la segunda
década del siglo XVI, y cuenta en la actualidad con un rico acervo cultural
legado por sus antepasados, transmitido de generación en generación y
enriquecido con el decursar de los años, donde
se aprecia gran variedad de leyendas
y tradiciones surgidas de la imaginación popular; unas conservadas como
reliquias culturales de la añeja ciudad, otras con plena vigencia por
constituir exponentes de manifestaciones
folclóricas con un arraigo tan fuerte entre las masas que les ha permitido
sobrevivir y fortalecerse al paso del tiempo.
De todas las tradiciones surgidas en
Remedios, entre las que se encuentran las Ferias de san Juan, con la captura
del Güije de la Bajada y otras, son precisamente Las Parrandas las de mayor
aceptación popular. Estas tienen su génesis en los primeros decenios del siglo
XIX, cuando en la Iglesia Parroquial Mayor de la antigua villa remediana se
celebraban, durante las madrugadas comprendidas entre el 16 y el 24 de
diciembre, las “Misas de Aguinaldo”, costumbre que todavía se mantiene, pero en
horario nocturno, las cuales culminan ese último día a las doce de la noche con
la “Misa del gallo”.
Hacia 1820, oficiaba en la mencionada
iglesia un joven sacerdote asturiano llamado Francisco Vigil Quiñones, Francisquito
para el pueblo, quien al notar la poca afluencia de feligreses a la celebración
de las misas, debido según parece, al frío propio de la temporada y hasta
quizás cierto “relajamiento” en la observancia de los quehaceres religiosos,
puso en práctica la idea de reunir grupos de muchachos provenientes de los
barrios marginales de la villa y estimularlos con regalos y golosinas para que
salieran por las calles durante los días mencionados y a partir de las cuatro
de la madrugada, produciendo el mayor ruido posible con el toque de matracas,
fotutos, arrastrando latas llenas de piedras y haciendo sonar otros artefactos
por el estilo, con el fin de despertar a los vecinos y hacer que estos
asistieran a la iglesia.
Esta idea del sacerdote fue acogida con
entusiasmo por los mencionados jóvenes y paulatinamente fue tomando forma de
hecho cultural, pues ya desde la primera mitad del siglo XIX los remedianos se
agruparon en ocho barrios o bandos; de una parte los de la Parroquia, El
Carmen, La Bermeja y El Cristo; de la otra Buenviaje, La Laguna, San Salvador y
Camaco, comandados por las “doñas” Chana Peña y Rita Rueda, respectivamente.
Muy pronto la idea fue tomando auge entre la población adulta, que se incorporó
al jolgorio de la muchachada.
En 1871 se produce un salto
cualitativamente superior en el desarrollo de estas fiestas, constituido por la
fusión de los ocho barrios anteriormente mencionados en dos: El Carmen y San
Salvador, nombres que adoptan en atención al de las ermitas, una en proyecto de
construcción, que no llegó a edificarse, dedicada a la Virgen del Carmen, y la
otra, ya construida, a San Salvador, ubicadas en aquel tiempo al norte y sur
del poblado; lo cual se debió a la
iniciativa de dos comerciantes españoles radicados en Remedios:
Cristóbal Gilí Matéu, El Mallorquín o Malluco, natural de Palma de Mallorca, y
José Celorio del Peso, procedente de Asturias, quienes además determinaron la
inclusión de nuevos elementos artísticos de carácter competitivo en Las
Parrandas, a los cuales nos referiremos más adelante.
Es oportuno destacar que a partir de la
constitución de estos barrios se trató de plantear en varias ocasiones una
frontera entre ambos, pero la misma no fue trazada definitivamente hasta 1880,
en que se establece una división espacial equitativa, partiendo de una línea
imaginaria que pasa al centro de la plaza y determina los límites
jurisdiccionales de cada barrio, la cual es respetada por los contendientes
hasta nuestros días.
ELEMENTOS QUE
CONFORMAN LAS PARRANDAS EN REMEDIOS:
Hemos podido constatar que en sus
inicios la música no tenía forma definida, pues el objetivo de los primeros
parranderos era el de «hacer ruido». Luego fue tomando paulatinamente otro
carácter con la introducción, en diferentes momentos, de instrumentos diversos:
bandurrias, matracas, tamboras, laúdes, cencerros, gangarrias y otros, muchos
de los cuales tuvieron solamente carácter temporal, al igual que las piezas
musicales que se ejecutaban.
La música continuó desarrollándose hasta
que en 1880 son creados los himnos de los barrios, el del Carmen por Laudelino
Quintero, y el del San Salvador por Perico Morales, compuestos por polkas donde
intervienen un grupo de instrumentos: clarinete, trompeta, trombón, bombardino,
timbal de agarre o tímpani, que han sido tocados desde esa fecha en la noche de
las fiestas por varios músicos de la Banda Municipal a los cuales se les
denomina «piquete», el que identifica y acompaña a su respectivo barrio en cada
«entrada» a la plaza, y mantiene plena vigencia. Además de las polkas surgen
las rumbas de desafío y de victoria que son las que se improvisan cuando el
pueblo sale por las calles para recorrer el triunfo. En las Parrandas de
Remedios, no hay vencedor ni vencido, pues no hay un jurado para determinar el
ganador. Cada barrio introducido en la zona del contrario, canta rumbas
alegóricas a la victoria.
Desde alrededor de dos meses antes de la
fiesta, salen a la calle todos los domingos los «repiques», constituidos por
grupos de ambos barrios que recorren el pueblo al compás de la música emitida
por gangarrias, cencerros, rejas y tamboras, anunciando la celebración de las
fiestas en el próximo diciembre.
Sigue a la música la incorporación de
variadas colecciones de faroles que acompañan a los parranderos en sus entradas
a la plaza, los cuales imprimen un sello de belleza y colorido extraordinarios
a las mismas desde la segunda mitad del pasado siglo.
Estos faroles, forrados de papel de
China o vejiga transparente, de diversos colores e iluminados con velas desde
su interior, son portados por jóvenes, mujeres y hasta niños, junto a las
banderas y estandartes constitutivos de los emblemas de los barrios, y es
tradicional que en cada entrada se exhiba una colección diferente.
Los símbolos surgen a partir de la
fusión de los ocho barrios en dos,
cuando El Carmen toma como insignia tres estrellas doradas de seis puntas,
aludiendo a las que aparecen en el escudo de la «Orden de las Carmelitas» en la
Iglesia Católica y San Salvador tres globas (como la que utilizó Matías Pérez
en su histórica incursión al espacio) simbolizando el progreso de los vuelos
aerostáticos, pero esto duró hasta el 19 de diciembre de 1890, cuando al San
Salvador, empinando a modo de papalote una de estas globas en la plaza, se le
fue « a bolina» y cayó en la zona del barrio contrario. Allí la capturaron los
partidarios de éste como trofeo de guerra. San Salvador renunció inmediatamente
a su insignia y asumió como tal un gallo, en señal de pelea, mientras El
Carmen, por su parte, para contraponerlo, salió representado a la lid por un
gavilán, pero además tomó como suya la globa arrebatada al adversario. De ahí
que El Carmen esté simbolizado por dos insignias y San Salvador por una, las
cuales se han mantenido a través del tiempo hasta nuestros días.
Otro elemento de suma importancia son
los trabajos de plaza, obras artísticas exhibidas en Remedios desde la década
del 80 del siglo pasado.
Estos trabajos de plaza fueron
inicialmente muy modestos y su importancia principal radicaba en la carpintería
y la talla, tomando su nombre por el lugar en que se sitúan de forma fija, en
la antigua Plaza de Isabel II, hoy parque «José Martí». Se presenta uno por
cada barrio y en la actualidad llegan hasta setenta y cinco pies de altura. Su
iluminación alcanza la cifra de alrededor de veinte mil bombillas.
Las carrozas aparecen también en el
siglo XIX presentando cada barrio dos o tres exponentes de este tipo hasta bien
entrado el presente siglo, pequeñas y modestas, fueron evolucionando para ganar
en dimensiones e incrementar el número de elementos, por lo cual se fue
limitando a una por cada barrio. Estas carrozas tienen la peculiaridad de
representar un tema único, en función del cual se sitúan todos los componentes,
y el personal que las integra, a diferencia de las carnavalescas, no se mueve,
sino que permanece estático.
La pirotecnia es un complemento vital
que ha formado parte activa de Las
Parrandas durante más de cien años, y muchos aseguran que sin ella la fiesta no
tendría sentido. Se manifiesta de diferentes formas, pues existen voladores,
palenques, morteros, cascadas, palomas, fuegos artificiales fijos, ramilletes y
bengalas que iluminan la noche con una variada gama de colores y explosiones,
de tal magnitud que es casi imposible describirlas.
Por último queremos apuntar que todos
los preparativos se realizan en el más absoluto secreto, y hasta la misma noche
de las fiestas nadie sabe a ciencia cierta qué van a presentar los
contendientes, pues ambos barrios cuentan con naves cercadas a las que sólo
pueden tener acceso personal de absoluta confianza, y es allí donde se
confeccionan las piezas que pocos días antes de las fiestas se irán trasladando
hasta la plaza para comenzar a armar una suerte de rompecabezas que al final se
tornarán en carrozas y trabajos de plaza, mientras que los fuegos y faroles se
almacenan en otros locales con similares características, lo cual ocurre
también en los demás pueblos que celebran este tipo de actividad.
NOCHE DE PARRANDAS.
En Remedios, Las Parrandas comienzan
alrededor de las nueve de la noche con el encendido de los trabajos de plaza,
hecho que siempre reserva al numeroso público congregado grandes emociones y
expectación, donde no faltan las exclamaciones de júbilo, sorpresa, y las
acaloradas discusiones entre parciales de ambos barrios que argumentan sus puntos
de vista ante la magnificencia de estas verdaderas joyas del arte popular.
A las diez de la noche se produce el
«saludo», en que ambos barrios vienen con sus atributos hasta la línea
divisoria que marca los límites de cada uno, lanzando al aire cientos de
fuegos, exhibiendo sus estandartes, colecciones de faroles, símbolos, todo esto
al ritmo de las polkas, y a partir de ese momento comenzarán las salidas
alternas, de alrededor de una hora, donde cada uno tratará de superar al
contrario en belleza, colorido y volumen de fuego.
Hacia las tres o cuatro de la madrugada
se produce una tregua para dar paso a la salida de las carrozas, las cuales
vienen encabezadas por el piquete musical tocando la polka del barrio y las
insignias y estandartes, que desfilan ante la población conglomerada en las
áreas aledañas al paso de las mismas, hasta quedar una frente a la otra, a
ambos lados de la línea divisoria.
Después de la salida de las carrozas se
produce la última entrada de cada barrio, cuando se lanzan todos los fuegos que
quedan y ambos contendientes hacen el último esfuerzo por superar al contrario,
en un derroche de explosiones, música y color que dura hasta los albores del
nuevo día. Al no existir un jurado que determine cuál es el barrio ganador,
ambos salen a «recorrer el triunfo», improvisando rumbas de victoria por las
calles de la ciudad al compás de los instrumentos musicales que los acompañan.
Es esta la única oportunidad en que los adeptos de cada barrio cruzan la línea
divisoria, pues El Carmen arrolla por el territorio «sansarí» y viceversa.
Termina así la fiesta con el agotamiento general, ya muy entrada la mañana.
Es bueno destacar que desde la década de
1980 se han introducido en el desarrollo de estas celebraciones dos nuevas
actividades: La Parrandita Infantil, que se efectúa el día 8 de diciembre con
niños que celebran con entusiasmo esta tradicional fiesta, representando el
futuro relevo (emplean en ella los mismos elementos que en la de los adultos,
pero en menor escala y con un menor tiempo de duración), y el Día del Remediano
Ausente, en que llega desde La Habana un tren repleto de remedianos residentes
en la capital, así como otras excursiones procedentes de distintos puntos del país,
los cuales son esperados por el pueblo con la Banda Municipal, los atributos de
los parranderos y la música de las polkas. El arribo se produce regularmente en
la noche anterior a la de las fiestas, lo que por sus características resulta
de gran emotividad.
Por la condición de
Remedios como Monumento Nacional y Cuna de las Parrandas, se aprobó en 1980 que
las mismas volvieran a su fecha original, por lo que se celebraban a partir de
ese año el sábado más próximo al 26 de diciembre, en saludo al Día de la
Liberación de esa ciudad, efectuada por las tropas del Comandante Ernesto Che
Guevara en 1958; pero los remedianos no se conformaban con que las parrandas
continuaran celebrándose un día que no era el que contemplaba la tradición,
razón por la cual, en 1998 con motivo de la visita a Cuba del Papa Juan Pablo
II y la decisión gubernamental de aprobar como feriado el 25 de diciembre,
volvieron estas fiestas definitivamente al 24 de ese mes para beneplácito de
los vecinos de Remedios.